Hacia una Estrategia de Consumo Sostenible

La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad de las cadenas de suministro. Reconstruir la economía tras la crisis supondrá una oportunidad para replantearnos nuestra sociedad y desarrollar un nuevo modelo de prosperidad. Trasladar las prioridades hacia unos modos de producción, distribución y consumo más sostenibles, así como hacer que todos los agentes de las cadenas de suministro sean más resilientes frente a las crisis ha dejado de ser una elección para pasar a ser una necesidad.

El consumo sostenible exige un cambio sistémico de la forma en que producimos y consumimos. En particular, la responsabilidad de los productores de abordar el consumo insostenible debe recibir un mayor reconocimiento, dado que los mercados no conseguirán resultados sostenibles de forma automática. Se necesita una estrategia para crear un contexto normativo y una dirección estratégica tanto para el sector privado (a través de modelos de negocio circulares y sostenibles, por ejemplo) como en el público.

A corto y medio plazo, todos los instrumentos pertinentes (por ejemplo, la contratación, el etiquetado, la fiscalidad, etc.) deberían mejorar su coordinación y tener un enfoque más armonizado para superar actual fragmentación los enfoques compartimentados. «Think out of the box».

La recuperación pos-COVID-19, depende del desarrollo de un programa sustancial y coordinado de políticas integradas que ayudarán a Europa a «reconstruir mejor» y crear las condiciones necesarias para una estrategia global sobre el consumo sostenible.

El Centro Económico y Social Europeo, CESE, recomienda aplicar las siguientes medidas específicas:

• introducir normas y prohibiciones relativas a productos que fomenten la sostenibilidad, es decir, que favorezcan la duración y la sostenibilidad de los productos;
• prohibir las prácticas comerciales desleales;
• mejorar las normas sobre competencia para iniciativas colectivas que fomenten la sostenibilidad de las cadenas de suministro;
• hacer que las cláusulas sociales y medioambientales de los acuerdos comerciales sean vinculantes;
• mejorar la responsabilidad empresarial y aumentar la concienciación de las empresas sobre los aspectos medioambientales (por ejemplo, EMAS) y sociales;
• trasladar la presión fiscal sobre el trabajo a otros ámbitos, como el uso de recursos;
• fomentar la contratación justa y ecológica, con unos criterios mínimos obligatorios;
• mejorar la transparencia mediante la introducción de normas obligatorias de etiquetado sobre el origen y la sostenibilidad;
• fomentar iniciativas ascendentes e intervenciones piloto;
• abordar la publicidad y la comercialización, y
• promover la educación sobre consumo sostenible.